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domingo, 21 de febrero de 2021

TEJERO: «TODO LO HICE POR DIOS, NUESTRA PATRIA Y EL HONOR DE LA GUARDIA CIVIL»

 

Para el ex teniente coronel, el «problema de España son Cataluña y Vascongadas». El golpe sigue abierto a las conjeturas hasta que se conozca el sumario en 2031







ANDRÉS BARTOLOMÉ

El Tribunal Supremo no autoriza la consulta del sumario del juicio del 23-F hasta que hayan pasado 25 años de la muerte de los procesados o 50 desde el golpe de Estado. Así que no faltan las incógnitas y los supuestos de aquella jornada en la mente de todos los españoles que tenía tres puntos clave: la toma del Congreso de los Diputados, la intervención de la División Acorazada Brunete (DAC) y la incorporación a la sublevación de los capitanes generales tras el bando que se haría público en Valencia ese día.

La situación se ha descrito como el mejor caldo de cultivo para lo que estaba por venir, que había tenido su precedente en la «operación Galaxia» (1978), urdida por el teniente coronel Antonio Tejero Molina y, entre otros, el capitán de la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas.

Una grave crisis económica, los repetidos atentados terroristas de ETA, la descentralización del país –que preocupaba especialmente al principal protagonista de esa tarde-noche de febrero, Antonio Tejero– y un Gobierno a la deriva como el de Adolfo Suárez, que precisamente ese día vivía en la Cámara Baja su partida de defunción, fueron los ingredientes sobre los que se mascó la asonada, cuyo objetivo era activar la «operación De Gaulle» –devenida en «solución Armada»– para situar a un alto mando castrense como presidente de un Gobierno de concentración.

Entre los interrogantes está el papel del Rey Don Juan Carlos, que en la versión más benévola se dice que desconocía el golpe, pero no el rumor que corría tiempo atrás en círculos del Ejército. Otra «x» a despejar es la identidad del «Elefante Blanco», la «máxima autoridad» que debía asumir el mando, papel que se ha atribuido a Alfonso Armada en una lista en la que figura el teniente general Jaime Milans del Bosch, ambos monárquicos convencidos.

Pero también están por aclarar el protagonismo de la AOME, la unidad operativa del CESID, con el comandante José Luis Cortina como personaje clave; el papel de la CIA –Estados Unidos puso en alerta las bases americanas el 20 de febrero, situó a la VI Flota frente a las costas de Valencia y desplegó un avión espía Awacs en Lisboa–, y el destino del centenar de grabaciones que registraron las llamadas hechas desde el Congreso ese 23-F. Sin olvidar un detalle harto curioso: los hijos del Rey no fueron al colegio ese día, ni tampoco los de los militares americanos destinados en la base de Torrejón de Ardoz.

Un civil y 32 militares fueron procesados. Solo tres fueron absueltos. Una quincena de oficiales del Ejército y de la Guardia Civil recibieron condenas de uno a tres años de cárcel. De los protagonistas de la intentona han fallecido ya Milans del Bosch, Armada, Luis Torres Rojas, José Ignacio San Martín, Diego Ibáñez Inglés y Pedro Mas Oliver. También dos personajes menos relevantes implicados: el capitán de navío Camilo Menéndez Vives y el civil Juan García Carrés [dirigente del Sindicato Vertical durante el régimen de Franco] e involucrado en la matanza de Atocha en 1977.

A día de hoy, cumplidas sus condenas hace años, los supervivientes del núcleo duro del 23-F, el ex teniente coronel Tejero y el ex comandante Pardo Zancada viven en Madrid, aunque el primero pasa largas temporadas en Málaga. También reside en la capital el que fuera capitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas.

El ex teniente coronel Tejero, el día de la inhumación de Franco en las cercanías del cementerio de Mingorrubio
El ex teniente coronel Tejero, el día de la inhumación de Franco en las cercanías del cementerio de MingorrubioWWW.ALBERTOROLDAN.COMWWW.ALBERTOROLDAN.COM

«¡Quieto todo el mundo!»

Antonio Tejero no descuelga el teléfono. Y si alguien atiende al otro lado es Carmen Díez, su mujer, que filtra a los interlocutores con un aparato desde el que no se responde a los mensajes. A punto de cumplirse 40 años del asalto al Congreso, su máxima sigue siendo el silencio. En dos ocasiones en los últimos años le hemos abordado con nulo resultado. Ni siquiera ayudó el intentarlo en el terreno más propicio, en zona castrense –el casino militar de Madrid– y rodeado de militares –de paisano– acompañados de sus familias. «Me acuerdo p


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