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lunes, 17 de abril de 2023

Policía y Guardia Civil: ¿Atados de pies y manos?

 El 20 de enero de 1921, con Eduardo Dato como presidente del Consejo de ministros, se aprobó la fatal y vergonzante ley de fugas. 







GABRIEL RAMÍREZ

Su aplicación permitía a la policía disparar a matar a todo aquél que intentara escapar durante una detención o traslado. No hace falta decir que el abuso en el uso y aplicación de esa ley fue una catástrofe monumental. Franco sacó buen provecho de esta ley y la Guardia Civil y el ejército de la época la aplicaron de una manera criminal. Los tiros por la espalda abundaban por desgracia. Es decir, antes las fuerzas de orden público podían usar el arma sin demasiado control o castigo. Y eso era un desastre inaceptable que se corrigió con la llegada de la democracia.

El abuso del tiro por la espalda desapareció. Pero el problema es que la corrección ha llegado demasiado lejos y, ahora, cualquier policía o guardia civil debe pensar muy bien lo que hace ya que sacar el arma le puede generar un problema grave y disparar puede ser un desastre personal para el agente de la ley. Eso estaría muy bien si el uso del arma reglamentaria no fuese el adecuado, si se tratase de un acto injustificable. Pero es que los policías y guardia civiles se encuentran atados de pies y manos y se está llegando a una situación de indefensión del agente y de los ciudadanos que no tiene la más mínima lógica.

Está muy bien ser garantistas y que se intenten evitar problemas. Es verdad que las armas de fuego son mortales y que no pueden quedar flecos sueltos al regular su uso por parte de policías y guardia civiles, pero no podemos tener a estos servidores públicos expuestos a cualquier peligro sin que puedan defenderse sabiendo que les puede acarrear un problema cumplir con su labor. Si un hombre armado quiere agredir a otros debe ser reducido; si alguien puede provocar un problema grave a los ciudadanos debe ser detenido. Y si es necesario el uso de las armas de fuego, cosa que con muy poca frecuencia ocurre, habrá que asumirlo. Los policías y guardia civiles son los encargados de mantener el orden, de cuidar de todos nosotros, y no podemos dejar que los delincuentes tengan ventajas sobre ellos.

Es necesario el control del uso de armas de fuego por parte de los profesionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Exhaustivo, milimétrico. Nadie puede discutir eso. Pero no puede significar que los malos campen a sus anchas o que los agentes no puedan hacer uso de todos los medios a su d


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