Carlos Cuesta analiza el silencio de las feministas cuando el insulto va dirigido a mujeres de la Guardia Civil.
Desde que finalizó el mundial femenino, las feministas han provocado que en los medios solo se hable del beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, cuando en España el precio del aceite se ha duplicado o llenar el tanque de gasolina es cada vez más difícil. La perfecta cortina de humo para tapar las vergüenzas de una gestión y unas negociaciones que está llevando a cabo el Gobierno con delincuentes fugados. La movilización ha sido tal que hasta la ONU se ha pronunciado cuando en los países árabes, las mujeres carecen de derechos.
Pero esto es una muestra más de que el feminismo no busca una igualdad entre el hombre y la mujer. Son capaces de ocultar la victoria de un mundial con tal de matar (socialmente) a un hombre y si las mujeres atacadas no son de izquierdas también está bien atacarlas. Los ataques sufridos por Cristina Cifuentes, Begoña Villacís e Isabel Díaz Ayuso son ejemplos a los que ahora se ha sumado la Guardia Civil. Un cartel en el que se ven a dos mujeres agentes de la Guardia Civil y en el que se puede leer "we are all prostitutes", traducido: "todas somos putas". Ante esto, las feministas guardan un sepulcral silencio que no hace otra
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