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martes, 13 de febrero de 2024

Emotiva carta de despedida a Miguel, el guardia civil isleño fallecido en Barbate

Luis, un sargento de la Armada destinado en Cádiz Luis rinde homenaje a su amigo Miguel Ángel González, el guardia civil isleño asesinado en Barbate cuando una narcolancha arrolló la embarcación del GEAS para desestabilizarla y pasarles por encima.







«Este es mi amigo Miguel, quien, por desgracia, anda ahora en escena de los dichosos telediarios. Jamás hubiera pensado en publicar algo así, nadie lo piensa ni lo imagina y mucho menos lo quiere y aunque no sé si acierto al hacerlo, algo me dice que es de justicia y así me nace.

Jamás había tenido la desgracia de conocer a uno de esos guardias que son caldo de titular pasajero. En esa foto (la que ilustra al texto) yo estaba de campaña en el País Vasco con un barco, él estaba de escolta en la comandancia, aún era Infante de Marina (aunque eso nunca se deja de ser) haciendo la comisión que los infantes tienen a bien cubrir allí, para seguridad de otros, algo que él hacía con la misma sonrisa que ir al Retín o a Ferrol, a un desfile o a lo que fuera.

Justo donde atracaba mi barco, estaba la comandancia de la Guardia Civil, frente a esta, en un edificio, el maniquí de un Guardia ahorcado, que estoy seguro aún persiste. La nueva kale borroka ahora está en el sur, decían los allí destinados.

A este gran amigo Miguel, lo conocí en 2015 a través de mi amigo Salvi. «Migue», sin conocerme apenas, me invitó a unirme a él en el gimnasio que tengo cerca de casa, que me borrara del otro, me dijo, que con él iba a ponerme en forma y que, además, en las clases nos lo pasaríamos bien. Hicimos migas a la primera, de las buenas. Él era el alma de la clase, saludaba a todo el mundo al llegar, sonriendo como era normal; diría obligatorio; en su uniforme de paisano, chocaba, cuatro bromas y a correr. Corría rápido, pues era un gran deportista, un apasionado del balonmano y, cada vez que me doblaba en el calentamiento, me daba una sardineta. Los viernes en el gimnasio eran de SPA, risas y charloteo, luego saldríamos, eso seguro. Jamás he vuelto a estar tan en forma. El gimnasio rápido dio lugar a las cervezas de después, a las escapadas a la feria, a su amado Palmar, al festival de la «Primavera trompetera» o a Cádiz a tomar unos vinitos y a compartir cualquier amistad, a las que él, siempre saludaba con una alegría tan inmensa, que a la otra parte no le quedaba otra que contestar con la mayor sonrisa que pudiera, de noche o de día y encima, siempre decía «Este es mi amigo Luis»... Él es de esas personas que ven un plan genial en cualquier lugar, en cualquier compañía, momento o fecha y cuantos más, mejor.

Pudieron conocerle algunos de mis amigos de toda la vida y dar fe, hoy, de que aquí nada se inventa. Era un apasionado de su profesión, más aún si cabe de su amado buceo, que practicaba tanto o más en su tiempo libre en forma de pesca submarina. Amante incansable del mar. La misión del buceo, es difícil y callada, lema que me enseñaste tú. Cuando aprobó para ser guardia, la inmensa alegría y la celebración, nos invadió a todos los que tanto le queremos, era lo que él deseaba. Para más inri y como él contaba, por rebotes, esa llamada suerte y l


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