Echar a la Guardia Civil de las carreteras parece un sueño de quinquis, camellos y ladrones de cobre, y es el sueño que va a cumplir Sánchez, al que le falta poco para que en las cárceles los presos le dediquen pósteres, zambras y tatuajes hechos con cuchara, como si nuestro presidente fuera el del medio de Los Chichos.
LUIS MIGUEL FUENTES
Sánchez va a echar a la Guardia Civil de Navarra, se lo exige Bildu para aprobarle los presupuestos de la supervivencia, y uno ve aquí una expulsión como levítica, religiosa, racial, de todos estos guardias con frío histórico de capote y estirpe maldita; o una expulsión napoleónica, no de funcionarios con chaleco de conductor de grúa sino de fuerzas de ocupación extranjera.
Me refiero a que no hay razones técnicas, sino simbólicas, ejemplarizantes, higienizantes (Sánchez está últimamente muy higiénico, que ya le dijo al PP que se lavaran, como si Feijóo llevara rastas). Sánchez va a echar a la Guardia Civil de Navarra, y eso no es sólo vaciar las carreteras de vigilancia, sino principalmente vaciar Navarra de España, como si en vez de echar a los guardias civiles echaran a Lola Flores con sus guindas al pavo.
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