Ignacio Carrasco pide “depurar responsabilidades” después de la sentencia por el crimen de Lucía Garrido, que destapó una red de corruptelas en la Guardia Civil de Málaga
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Hace 12 años y unos cuantos meses, el guardia civil Ignacio Carrasco dejó de pintar. Era su pasión y pasatiempos, pero decidió volcar su vida en el caso Lucía Garrido, asesinada el 30 de abril de 2008 en la finca Los Naranjos de Alhaurín de la Torre (Málaga). El crimen destapó una red de corruptelas con varios mandos de la Guardia Civil involucrados, los mismos que habían apartado a Ignacio del cuerpo por su incesante lucha contra las injusticias.
La familia de Lucía Garrido sospechó desde un primer momento de su expareja, Manuel Alonso, ya que era la principal testigo de los negocios ilegales que él tenía en la finca, en concreto un centro de tráfico de animales silvestres que le entregaba el Seprona de la Guardia Civil de Málag
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