En la aciaga noche de la jornada de reflexión de las generales del 14 de marzo de 2004 Pérez Rubalcaba
pronunciaría unas premonitorias palabras que, andando el tiempo, habrían de figurar en el frontispicio de los ataques de la oposición al PSOE por el reiterado incumplimiento de lo que el plenipotenciario miembro del socialismo patrio había sentenciado: “Los españoles se merecen un Gobierno que les mienta, que no les diga siempre la verdad”.
Cierto que la frase escondía una indisimulada enjundia no exenta de consciente provocación, como se constató a los pocos minutos con los ataques a las sedes del Partido Popular. Entre otras razones, porque a la hora en que fue pronunciada
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