Hoy diré de la Guardia Civil. En mi Benemérito Cuerpo —que es el del duque de Ahumada— florecen algunas virtudes que su magna constitución quiso regalar a los recipiendarios a través de una Cartilla.
Manuer Ruiz De Bucesta
Con ella se enumeró un código de conducta por cuanto en su primer artículo particulariza sobre un asunto que es más propio de la conciencia que del Reglamento: El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil, debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás.
Y sí, es cierto que el honor encarna una suerte de virtud, pero para gozar de esta terminante prerrogativa no basta con comprometerse o jurar. Ni siquiera hacer de ella un voto. El español generoso siempre brilla por su corazón, empero, el insensato que empeña su carrera por naderías no es más que un cadáver con galones. El mérito, ese viejo caballero, es una virtud que se conquista con el esfuerzo, pero cuando alguien lo busca oscureciendo el del compañero únicamente se expone al insoportable desprecio. El tiempo trae consigo que las vanidades del mundo sean consortes de la edad, por ello los malos ejemplos corrompen las más limpias costumbres y, a guisa de todo, la madurez de un Guardia Civil siempre debería estar más fortalecida en el ocaso de su carrera, de manera que su honor —atendiendo al viejo Reglamento— debería consolidarse como un valor profundo y aprendido
Ahora bien, pervierte toda esa honestidad y se torna endémica cuando decenas de nombres —con el apellido de la centenaria institución— adornan cada día diferentes noticias por lamentables comportamientos. Se lee en prensa que el Teniente General de la Guardia Civil
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https://www.eldiariodemadrid.es/articulo/opinion/cuando-honor-es-divisa-decoro-deslealtad/20250728161333106732.html
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