PORTADA PRINCIPAL

martes, 23 de enero de 2018

Alicia Sánchez: «Es sangrante que, por defender tus derechos, te veas con un pie en la cárcel»

La guardia civil de la Comandancia de Salamanca que fue juzgada y absuelta por denunciar la falta de chalecos antibalas para las agentes, se estrena en la junta nacional de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC)

Alicia Sánchez, con sus compañeros de la delegación salmantina de la AUGC, en las instalaciones de la Comandancia de la Guardia Civil de Salamanca. Manuel Ángel Laya/


M. J. PASCUALValladolid

El Juzgado Togado Militar territorial número 42 de Valladolid archivaba, el 11 de enero de 2017, la causa contra Alicia Sánchez, la guardia civil que se negó a utilizar un chaleco antibalas oficial y optó por usar uno propio que se amoldaba a su anatomía femenina, lo que provocó que fuera acusada de insubordinación por un superior. La agente, que ingresó en el Cuerpo en 1993, cuando contaba 19 años, estrena cargo en la cúpula nacional de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) y mantiene un contencioso contra la Benemérita porque, a pesar de la sentencia exculpatoria, el expediente disciplinario siguió su curso y tuvo que pagar una sanción económica. La buena noticia de este año, en el que se conmemora el 30 aniversario del ingreso de la mujer en la Benemérita, comenta, es que tras años de reivindicación, chalecos protectores específicos para mujeres agentes están llegando desde la semana pasada a las comandancias de Castilla y León. «Pero no han salido gratis: han tenido que rodar muchas cabezas», matiza la agente, madre de dos hijos.
De los aproximadamente 85.000 guardias civiles que hay en España, 30.796 están asociados a la Asociación Unificada de la Guardia Civil: 28.815 hombres y 1.981 mujeres. Sánchez se despidió ayer de sus compañeros de la delegación de AUGC de Salamanca hasta mayo, cuando los volverá a ver en la asamblea general del ‘sindicato’, que sigue sin ser reconocido por el Gobierno, a pesar de su alta representatividad.
–¿Qué supone para usted representar a nivel nacional a las mujeres que sirven en la Guardia Civil, tras el calvario de los últimos años?
–No es que represente a todas las mujeres de la Guardia Civil. Coordino e impulso el trabajo de la Secretaría de Mujer e Igualdad en la Asociación Unificada de Guardias civiles (AUGC). Hasta ahora me hacía cargo de esta Secretaría en la delegación de Salamanca, atendía consultas sobre reducción de jornada, conciliación familiar, permisos, denuncias de acoso… Preparaba instancias... Desde hace muy poquito, en diciembre pasado, me hice cargo de la misma secretaría en la junta directiva nacional, que está integrada por nueve personas. Aunque hasta mayo que se convoque la asamblea general, no seré nombrada de forma oficial en este puesto. Mi trabajo ahora es potenciar las políticas de igualdad y coordinar el trabajo con el resto de secretarías de Mujer-Igualdad de las delegaciones provinciales. El trato con los afiliados quizá ya no es tan directo, pero sigo luchando por lo mismo, aunque a otros niveles y de otra forma.
–¿Todavía está de baja por denunciar el asunto de los chalecos?
–Sigo de baja médica. Esto aún no ha terminado. Cuando creo que levanto cabeza, ¡zas! Me dan otro golpe. El tema judicial se archivó, pero me abrieron expediente disciplinario por falta grave. Al final, de todo lo que me podía haber pasado (como la cárcel), fui sancionada con cinco días de pérdida de haberes. Aunque sigo pensando que es injusto y lo estoy peleando aún.
–¿Qué pasó con los chalecos que se prometieron desde el Ministerio?
–Me dicen que en Palencia han comunicado a las compañeras que vayan a recoger su chaleco, y el personal de armamento de Burgos fue ayer a Madrid a recoger 54 chalecos adaptados para personal femenino y repartirlos a partir del lunes. Los de Valladolid irán el próximo jueves a buscarlos. Del resto de provincias, tengo conocimiento de que este verano se repartieron tres o cuatro chalecos por comandancia, siendo totalmente insuficientes. Hay mujeres que comparten el mismo, cuando su complexión es completamente diferente.
–¿Cuántas mujeres hay en la Guardia Civil de Castilla y León?   
–En la Guardia Civil hay 5.342 mujeres y en Castilla y León, 473. Se van a repartir 423 chalecos en nuestra comunidad autónoma por lo que, en este aspecto, quedan cubiertas en teoría las necesidades de las mujeres guardias civiles, porque irán destinados a Seguridad Ciudadana y núcleos de servicio. Digo en teoría, porque nos han solicitado en tres ocasiones la talla de chaleco y a grosso modo, sin probar ningún modelo. Desconocemos si lo que llegue será nuestra talla correcta. A esto hay que añadir que el chaleco es para la unidad, aunque firme la adjudicataria que se haga cargo de él, siendo responsabilidad suya el mantenimiento y la limpieza. Pero si la agente se va de la comandancia, el chaleco quedará allí a la espera de otra adjudicataria con la misma talla. Es algo difícil de entender cuando se trata de un EPI (equipo de protección individual), pero esto es así.

La mayoría, al archivo

–¿Cuántas denuncias de acoso y abusos se han tramitado en el último año en el seno de la Guardia Civil?
–En el primer semestre de 2017  (son los únicos datos que tenemos del año hasta el momento) se han instruido 16 casos, siendo 15 hombres y 1 mujer los denunciados y 4 mujeres y 12 hombres las víctimas. Puede que la gente piense ¡solo 4 mujeres y 12 hombres! Pero si sabemos que solo el 7% de la plantilla en la Guardia Civil somos mujeres, 4 es un número excesivo, y 12 hombres… ¡también! En la Guardia Civil, que está para proteger y servir, es inadmisible que se tolere el acoso. Estos son tan solo los casos que se denuncian. Los que no se denuncian son muchos más.
–¿Qué ha pasado con esos casos?
–En uno de los casos, denunciados en el primer trimestre de 2017, en el mes de diciembre todavía no se sabía nada de la investigación, lo que demuestra la falta de unos plazos de actuación. En diez de ellos, se archivaron sin medidas, tres se están tramitando como posible delito militar y otros dos, como sanción disciplinaria. De estos, uno ha terminado con sanción y en otro se anularon las sanciones en el recurso. En mi caso, solicité el protocolo a finales de octubre y no tardaron nada en archivarlo sin medidas, pues no aprecian que haya habido acoso, a pesar de que la misma persona que califica mi trabajo en septiembre de 2017 es quien me llevó al togado militar por el tema de chaleco. En sus calificaciones bienales no se ciñe a evaluar mi trabajo como guardia civil, sino que me desprestigia como persona, siendo totalmente subjetivo e hiriente en sus comentarios, hecho que recurrí y anularon la calificación.
–¿Qué objetivos tiene al frente de la AUGC?
–Seguiré en mi línea, luchando incansablemente por la igualdad, por la diversidad, por el respeto de todos y cada uno de los trabajadores de esta institución, porque se cumpla con las medidas de conciliación que se solicitan, una jornada laboral digna, equiparación salarial... Un sueño sería conseguir un protocolo de acoso que sea garantista, y proteja realmente a la víctima.
–Usted acaba de participar en Madrid en un curso sobre acoso en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. ¿Qué es lo que le transmiten sus compañeras? Por cierto, ¿cuántos hombres asisten al curso?
–He acudido de oyente. El punto de vista de los ponentes, aunque era algo diferente de unos a otros porque había abogados especializados en legislación militar, portavoces políticos y una militar que ahora se dedica a la política, la conclusión es la misma: estamos estancados en cuanto a dar soluciones rápidas y efectivas. Hablaban de prevención de este tipo de conductas, de formar a las personas en las academias. En la jornada estuvimos unas seis mujeres de oyentes. Entre nosotras hablamos y sabemos que el acoso existe, y que se ceba con las mujeres. También sabemos que sale muy caro denunciarlo, te cuesta la salud y el bolsillo. Como apunte, la diputada Zaida Cantera comentó ayer que ella se gastó en su proceso 40.000 euros y, al final, fue resarcida por el daño ocasionado con 6.000 euros. Pienso que aún queda mucho por recorrer. Se ha normalizado tanto el trato de acoso que no lo sabemos diferenciar de un simple ‘llevarse mal’. Es una pena que aún no estemos sensibilizados con ello. Que haya tanto miedo a denunciar, a ser testigo de los hechos. Siempre digo que, en estos casos, los testigos se vuelven ciegos, sordos o pierden la memoria.
–¿Cuál es el caso más sangrante del que tiene noticia? ¿Sabe si muchas agentes se han ido del Cuerpo o han acabado mal como resultado de una de estas situaciones?
–Sangrante es que, por defender tus derechos, te veas con un pie en la cárcel, o perseguida por tus superiores por exigir los derechos que no deben quitarte. Hablo de mujeres embarazadas, madres y mujeres guardias civiles que se han visto en situaciones muy comprometidas. Demasiadas compañeras se han marchado porque el trato degradante las ha llevado al límite. Es una lucha de David contra Goliat. Ahora mismo estamos con el caso de una compañera que no quiso mirar para otro lado ante las irregularidades que se cometían en su lugar de trabajo y por denunciarlo… se ha liado una madeja muy difícil de deshacer y en la que ella corre el riesgo de ingresar en prisión. Luchamos contra los de fuera, pero cuando lo hacemos contra los de dentro es una guerra que desgasta cada día y se vuelve contra ti.
–¿Qué medidas de control serían necesarias para reducir el número de casos, por un lado, y que las agentes se decidieran a denunciar?
–La aplicación de un protocolo de acoso idéntico al de la Administración, que dispone de una serie de garantías y plazos de los que carece el protocolo de la Guardia Civil, sin que exista justificación, por nuestra condición militar. En el Consejo de la Guardia Civil, la última vez en el pleno de diciembre, preguntamos qué impide aplicar el mismo protocolo que la Administración. Todavía no han contestado. El ejemplo más claro de la imposibilidad de actuar lo tenemos en un informe de la asesoría jurídica de la Dirección General que amenaza con sanciones disciplinarias a quienes graben a un mando sin su conocimiento y consentimiento. Si una víctima no puede recabar pruebas de acoso ante la amenaza de sanciones disciplinarias, ¿cómo puede atreverse a dar el paso a denunciar los hechos y que sea su palabra contra la del superior?
http://www.elnortedecastilla.es/castillayleon/alicia-sanchez-sangrante-20180123125209-nt.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario