La lista sigue aumentando. Cada año, sin interrupción, hay policías y guardias civiles que deciden acabar con su vida.
Tantos como los que aparecen en un documento del Gobierno, en el que se señala que entre 2001 y lo que va de 2020 ha habido 395 suicidios entre miembros de ambos cuerpos armados. De ellos, 235 eran guardias civiles y otros 160, policías. Nada más se sabe: el resto, según sostiene el Ejecutivo, es información clasificada como "reservada" bajo el amparo de la Ley de Secretos Oficiales del franquismo, aún en vigor.
Los datos numéricos y las limitaciones oficiales en torno a lo que implican tales cifras aparecen en una respuesta remitida por Interior al diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, quien había formulado sendas preguntas para tratar de determinar el número de agentes que se habían suicidado en los últimos 20 años, indicando "fecha, provincia, edad y género del agente". Además, el representante abertzale preguntaba también que "cuántos de ellos estaban en tratamiento psicológico o psiquiátrico"; "cuántos de ellos se suicidaron con su arma de servicio" y "cuántos con otro arma para el que contaban autorización".
En una respuesta enviada el pasado día 15 de este mes, el Gobierno ofrece un cuadro en el que aparecen las cifras de guardias civiles y policías nacionales fallecidos por esa causa desde 2001. De acuerdo a esos datos, en lo que va de 2020 ha habido seis suicidios en la Guardia Civil y otros dos en la Policía Nacional.
El año con más muertes de este tipo fue 2002, cuando se registraron 21 suicidios entre miembros de la Benemérita y otros 12 en filas policiales, mientras que en 2017 se produjeron, en total, 28, de las cuales 15 tuvieron lugar en la Guardia Civil y 13 en la Policía Nacional. En 2019 hubo otros 19, lo que significó dos más que en 2018.
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